LA PRIMA CARMELA
Posted on 21:56:00 by Paco Palafox
LA PRIMA CARMELA
Paco palafox
2000
Yo empezaba
la escuela primaria cuando se desató el fenómeno de mercadotecnia como los que en ese
entonces no había, “E.T. El Extraterrestre”, la película que marcó una época y una generación,
era el principio de los ochentas, para entonces no había tantas cosas con las cuales un menor
de diez años pudiera distraerse, los juegos de video se limitaban a la fiebre del “Atari” y todos
se volvían locos por ganar “vidas” en el pac-man, huyendo de los fantasmas y comiendo frutas;
el cubo Rubbik con sus cuadros de colores nos hacia enojar al no poder terminarlo, Michael
Jackson causaba admiración con su transformación en hombre lobo y su video de “Thriller”,
(en ese entonces todavía parecía persona y nada se sabía de sus inclinaciones); apenas hacía un par de años que
habíamos sido testigos de la película que marcaría una generación de chicos soñando con ser Caballeros Jedi,
“La guerra de las Galaxias”, lo que para ese entonces pensábamos que era la primera parte, sin duda alguna nuestro
mundo estaba creciendo en tecnología, era increíble ver el efecto de las “espadas láser” chocando entre ellas o
sentir la velocidad luz desde el interior del Halcón Milenario piloteado por Han Solo; Ya sé que si tienes menos de
veinte años te debes de estar riendo de lo que para un niño de mi generación era el Nirvana de la tecnología y
diversión.
Ahí estaba por fin, “E.T. el extraterrestre”, apenas teníamos unos meses de haber aceptado a Cristo y asistir
regularmente a una iglesia, y no exactamente por decisión propia, pero a esa edad simplemente haces lo que te dicen
los mayores, sin embargo, no lo niego, me gustaban las clases aburridas de la escuela dominical, me interesaba
aprender de verdad; pero “E.T.”, eso era lo máximo, no pude ir a ver la película el día del estreno porque no hubo nadie
que me llevara, así que me tuve que esperar hasta la segunda semana, el jueves por la tarde, lo recuerdo bien, en el
cine Apolo con capacidad para casi 1500 personas, ¡esos sí eran cines!, la pantalla enorme y con unas cortinas
pesadísimas que se abrían hacia los lados, eso sí, las butacas eran más incómodas que las de ahora, no podías
inclinar la espalda, eran totalmente rectos, para ese entonces era muy “cool” entre los niños correr hasta el frente de
la pantalla y brincotear o jugar a “las traes” con los desconocidos prepúberes que estaban igual que uno, la emoción
máxima era cuando apagaban las luces en la sala anunciando que empezaba la película, ¡todos a correr a sus
lugares!, se terminaba el coqueteo con la niña que sentada desde las primeras filas admiraba que a mi nunca me
pegaban “las traes”, tal vez a la salida la podría ver de lejos y decirle nada con los ojos pero seguro que ella lo
entendería.
Por fin estaba sentado, con la bolsota de palomitas medio rancias que me había comprado mi mamá, de esas que
tenían ya como tres días en la dulcería del cine, en esos tiempos antes de la película siempre aparecía un documental
como de 10 minutos que a mi me parecían 10 horas, “Visite Tampico, visite Veracruz, visite Tabasco, visite Cuautla”
¿quién quería visitar Cuautla en esos tiempos? ¡Lo que queríamos era ver al extraterrestre!
La pantalla en negros, un silencio sepulcral, empezaba la música y todos aplaudían cuando se veía por fin la primer
escena de la película; si, aunque te rías, antes las personas aplaudían al empezar la película (excepto las parejitas
que se sentaban al fondo y la verdad nunca he sabido por qué).
La historia no fue la gran cosa, un extraterrestre que por equivocación se queda en la tierra, un chico llamado Elliot lo
encuentra y se hace su amigo, con miedo a que lo encuentren y lo separen de el, sin embargo, “E.T.” lo que quería
era regresar a casa, quería llamar por teléfono, pero con lo cara que es la larga distancia seguramente Elliot
desconectó la línea, y el extraterrestre marcaba todo el día, tanto que la punta de su dedo se le había puesto roja,
digo, y como no, porque en ese entonces hasta en las películas gringas los teléfonos eran de disco y no digitales,
bueno, empezaban algunos.
En fin, sinceramente no recuerdo bien detalles de la historia, recuerdo a una niña de cabello rubio muy linda que gritó
al ver por primera vez a “E.T”, y que tiempo después se volvería adicta a las drogas entrando a la adolescencia, pero
esa, esa es otra historia.
Amo a Drew Barrimore y sus dos angeles.
Al salir del cine todos los niños que habíamos estado en la función caminábamos volteando a todos lados, buscando
entre los árboles, arbustos o debajo de cualquier lado la presencia de un extraterrestre perdido y hacerlo nuestro
amigo, o encontrar la bicicleta con la canastilla al frente que podía volar, porque la ternura que demostraba contrastaba
con lo horrible que estaba físicamente el “E.T.”. (Ahora recuerdo por qué le decíamos siempre a mi amigo Arturo
sarcásticamente: “E.T. phone home, E.T. phone home”, estaba bien feo el pobrecito)
Los días siguientes en la escuela no se hablaba de nada más que no tuviera que ver con alguna escena de la película,
los amigos empezaban a llevar sus “sandwicheras” con dibujos de “E.T.”, mochilas con los mismos dibujos
presentando a nuestro héroe de frente con haciendo una seña casi obscena con la mano y con la punta del dedo
encendida, otros llevaban pequeños muñecos de plástico de un solo color en la misma posición, otros revistas,
recortes de periódicos, calcomanías de esas que les rascabas y olían y no podían faltar los pósters de diferentes
tamaños, recuerdo como envidiaba el pequeño muñeco que tenía mi amigo Pablo, no inventes, estaba padrísimo,
no sé como le había hecho pero le había colocado un foquito rojo en la punta del dedo y lo podía encender igual que
en la película.
Pablo fue mi mejor amigo los dos meses siguientes a la euforia extraterrestre;
por mi parte tenía como tres monos de plástico y algunos objetos relacionados con la
película, en realidad nunca he sido “fan” de nada ni de nadie, pero todos hablaban de
“E.T.” y por ese simple hecho de no sentirme fuera del círculo social infantil, me llegó
a gustar, hasta en la iglesia con los amigos de la escuela dominical también
platicábamos y llevábamos nuestras pertenencias extraterrestres producto más que
nada de la mercadotecnia y de un Spielberg que logró uno de los triunfos más
importantes en su carrera.
Todo iba bien en la vida del prepúber que era yo en ese entonces, seguía aprendiendo de la Biblia, ya me sabía todos
los libros del antiguo y nuevo testamento, estuve en una escuela Bíblica de Verano, de esas que no se a quién se le
ocurre enclaustrar a niños de esa edad en plenas vacaciones a estudiar la Biblia, mientras todos sus amigos corren
tras de un balón de fútbol, pero aprendí a disfrutarla y memorizaba versículos diarios, no por presumir pero fui el que
en ese entonces más versículos y enseñanzas aprendió, al mismo tiempo que al llegar la tarde jugaba con mi
supuesto amigo de plástico “E.T.”.
Y fue una de esas tardes, cuando llegó de visita inesperada “la prima Carmelita”,
de esas primas que no ves en años y que de hecho yo ni conocía, pero se había enterado que mi mamá y algunos
de la familia ahora éramos cristianos y venía a felicitarnos, ya que ella era cristiana desde hacia más de 10 años
(y nunca nos lo dijo claro), la prima Carmelita tendría en ese entonces unos 38 años o más pero seguía siendo
“señorita”, digo, nunca me ha gustado entrar en detalles de esos, pero al menos no se había casado y eso le daba
el título tan devaluado hoy en día, era alta, muy alta o al menos eso me parecía, de cuerpo robusto, sin llegar a
masacrarla diciéndole gorda, cabello negro debajo de los hombros, tenía unos ojos muy bonitos, esos si una falda
larga un poquito arriba de los tobillos de esas que usan en las iglesias muy estrictas, zapatos como de la novicia
rebelde y lo que más grabado se me quedó en la mente es que no se depilaba las piernas; en fin, el punto de la
mención de mi queridísima prima fue cuando me saludo, yo con mi cara de inocencia (que hasta el día de hoy he
conservado) y mi sonrisa fresca (mientras no coma tacos sigue igual), la salude con un apretón de mi mano derecha
y un beso más a fuerza que de ganas, ya que en la mano izquierda traía a mi queridísimo “E.T.”.
Cuál fue mi sorpresa al ver tremendos ojos que abrió la prima al descubrir que yo, un hijo de Dios estaba
relacionándome con un personaje tan satánico como ese, así lo dijo : “Pero tía –dirigiéndose a mi mamá- ¿cómo
permites que juegue con esas cosas tan satánicas?, ese muñeco es demoníaco, es una aberración que va en contra
de la Biblia”.
Ahora los ojotes los abrí yo, y mi mamá trató de defender el punto argumentando que era solo un juguete de la
película, y mi prima empezó su discurso religioso que le habían adoctrinado un par de domingos antes, de hecho mi
prima dijo que nunca había visto la película peor que “en la iglesia le dijeron” que era una ofensa en primer lugar
creer en los extraterrestres, que esos son demonios, segundo que era una burla a la imagen de Jesucristo porque lo
tomaban como ejemplo ya que “E.T.” se relacionaba con los niños (en ese caso Michael Jackson seria un Mesías),
que venía de un lugar fuera de esta tierra (¿no se lo habría copiado a superman?), que hacía milagros con su mano
(recordé el foquito de mi amigo Pablo…,huy tal vez Pablo mi amigo era una burla al apóstol), que tuvo una ascensión
cuando su nave regresó por el y dijo la frase que Jesús mismo dijo:
“I´ll be back” (yo regresaré), decía y decía cosas mi primita como si le hubieran puesto “play” a un cd que no tenía
pausa, mientras que en su mano ya tenía a mi muñeco doblándolo y dándole tortura tipo Policía Judicial del Distrito
Federal, la cara se veía mezclada entre enojo, y frustración, aunque en ese entonces no podía saber si la frustración
era porque la chava no tenía ni novio, pero al parecer era porque estaba volcando sus emociones en contra de mi
pobre “E.T.”, que hasta connotaciones de perversión sexual había encontrado.
(Ahora entiendo por qué dicen que es malo llegar a esa edad sin pareja.)
Mi mamá al parecer quedó convencida, teníamos en realidad poco tiempo dentro del conocimiento de la
verdad y cualquier comentario que viniera acompañado de algunos “términos cristianos”, y como mi primita llevaba
ya muchos más años de conocimiento, seguramente tenía razón en lo que dijo, así que su conclusión fue severa,
“Te recomiendo que quemes todo lo que este relacionado con este personaje tía, para que no le abras las puertas
al enemigo”.
¡¿Qué?!, -dentro de mi pensaba- ¡las puertas que no se debieron abrir eran las de la casa cuando llegaste vieja
quedada! (bueno en ese tiempo no usaba esas palabras, pero si era la idea).
Sin más argumentos mi mamá volteó a verme convencida de lo que decía la Carmela, y me dijo como dicen siempre
las mamás para arrinconarte en la respuesta: “¿Verdad que tiene razón tu prima y no queremos abrirle las puertas al
enemigo?”… ¿qué otra cosa podría yo responder con eso? Volteaba a ver al monstruo de la prima que medía como
tres metros, más los que creció en su plática, además que tenía de rehén a mi pobre muñeco de plástico que ahora
parecía que me gritaba “E.T. need help, “E.T. need help”, pero no tuve más opción que decir sí con la cabeza, yo
mismo era el juez que dictaminaba la pena de muerte a mis cosas de extraterrestre, la Carmela sonrió con una
sonrisa de esas que hacen los que dan la bienvenida en la puerta de la iglesia que parece sincera y amorosa, pero
yo la veía como la risa del demonio ese que sale en los videos de Carman, o sonrisa sarcástica como la de Hannibal
Lecter antes de comerse a su victima.
De la sala de juicio y veredicto en contra del extraterrestre pasamos a pagar la penitencia, fuego sin compasión,
teníamos que mandar al infierno a “E.T.” antes de que él nos mandara a nosotros, según “revelaciones” de esa cosa
llamada Carmela.
Baje dos posters, una planilla de calcomanías que de tanto rascarle ya no olían, mi cuaderno de matemáticas en el
que estaban pegadas ya varias calcomanías más y lo difícil no iba a ser quemar el cuaderno, sino volver a copiar todo lo que en el había, amén de liberarnos de la influencia satánica de extraterrestre, tres muñecos de plástico incluido el que había sido torturado en la mano del monstruo inquisidor llamado “prima”.
En unos minutos se fue consumiendo mi querido amigo, mi pedazo de infancia, entre las pequeñas llamas
y las oraciones en lenguas que emitía mi prima, no sé si en realidad me estaba liberando de un mal o haciendo un
ritual de santería, pero al cabo de unos minutos, todo quedó hecho cenizas, solo se veían trozos amorfos de lo que
unas horas antes me había hecho sonreír, no dije una palabra más, subí a mi recámara a tratar de pensar el por qué
de lo que había sucedido.
La asesina de infancia se quedó platicando con mi mamá un par de horas más después de haber depositado
en el bote de la basura las cenizas y un poco de mis amigos, de mi credencial de pertenencia a mis compañeros de
infancia, ella no se dio cuenta de eso, para ella había sido una lucha como en las cruzadas, “en el nombre de Dios”,
había sido un “instrumento divino” para no permitirnos tropezar.
Los años pasaron y nunca más volví a comprarme un “E.T.”, de hecho creo que cada vez que empezaba a
entusiasmarme con algún personaje que estaba de moda, aparecían siempre ese ejercito de “Primas Carmelas” con
argumentos cristianoides y sin verdadero fundamentos para degollar las fantasías propias de la edad que vivía,
simplemente con una supuesta autoridad de decir: “me dijeron que era malo”.
Así mismo tuve que pasar por la hoguera de la “supuesta santidad” mi pequeña colección de pitufos, porque igual
decían que eran espíritus, que la pitufina era la gran ramera de la que la Biblia hablaba, que un pitufo gigante se le
había aparecido a una niña en la noche y la quería estrangular, cientos de esas historias que pasan de boca en boca
y solo por el hecho de pasar por boca de algún cristianoide se deben tomar como ciertas; quemé también mis pitufos,
hasta el disco que había comprado con el sacrificio de varios domingos sin gastar en golosinas.
Ya no soy un niño al que le dicen que debe tirar a la hoguera las cosas que me gustan, mis convicciones han crecido
y están bien establecidas en Dios,
no pienso ponerme a escribir un discurso sobre lo que es bueno y lo que es malo, creo que nadie de nosotros tiene
el derecho de decidir por otros, nuestro única obligación ahora como adultos es el apoyar las convicciones reales e
inquebrantables con las doctrinas Bíblicas esenciales, eso es lo que hace falta, siempre vivimos dependiendo de
aquella “prima Carmela” espiritual que me diga lo que debo y no debo ver, lo que debo y no debo hacer, lo que debo
y no debo oír, lo que es bueno y lo que es malo”.. Y le damos a esas personas el lugar del Espíritu Santo que es
quien nos da el discernimiento cuando estamos frente la toma de una decisión, pero tristemente eso es lo principal
que nos hace falta comunión con Dios, preguntarle a Él que es lo que no debo de hacer, y a fin de cuentas cada uno
de nosotros lo siente, pero siempre queremos que sea alguien más el que nos lo haga saber.
La iglesia se ha encargado
de prestar demasiada atención a señalar todas las cosas
“satánicas” que encuentran en “E.T.”, en los Pitufos, en las caricaturas japonesas, en los Power Rangers, en los
pokémones, Caballeros del Zodiaco, He-manes, hasta Barneys, Teletubbies, Plaza Sésamo y Walt Disney, “que si
hacen conjuros, que si apoyan homosexuales, que si esto , que si lo otro…”, y en cada generación, en cada
personaje que está de moda y tiene éxito, nosotros los cristianoides, encontramos el lado oscuro, y nos dedicamos
más a señalarlo que a crear en nuestros niños y adolescentes algo que sea digno de seguir, algo que sea digno de
admirar como lo hacen las grandes compañías que apoyan las series, las películas, los personajes, no es una cosa
satánica lo que los lleva al éxito, es una cosa de mercadotecnia, el que todos al mismo tiempo vean a un personaje
es gracias a la invasión de medios, al bombardeo de imágenes que tenemos en radio, TV, cine, Internet, esa es la
influencia, y nuestros niños y adolescentes buscan de modelos a seguir, a admirar, en “E.T.” los niños encontraban
un amigo, alguien que les prestara atención, lo mismo que buscan hoy, y si tú y yo como iglesia no se los damos,
ahí afuera hay gente que gasta millones de dólares para dársela, si nos dedicamos solamente a criticar, y satanizar
lo que nuestra gente cristianoide esta siguiendo aunque no queramos ellos mismos lo van a seguir más, lo prohibido
es lo que más nos llama la atención siempre.
En mis tiempos competía un extraterrestre que bajaba en una espectacular nave llena de luces contra una hojita de
papel con un moisés mediocremente
dibujado en mi clase de iglesia dominical. Sin pensarlo dos veces me quedaba con el extraterrestre,
pero en la escuela dominical supieron como sembrar convicciones en mí, y ese es nuestro trabajo
hoy, no solo señalarles las cosas que creemos que son malas sino sembrarles lo bueno en su
corazón.
Si lo que seguimos siempre es lo espectacular sin importar la época en la que vivas, debemos de
ofrecerles lo espectacular, esforzarnos por hacer cosas como a nosotros nos hubiese gustado
recibirlas, olvidar nuestras “frustraciones de prima Carmela” y dar sin miedo.
Si quieres encontrar cosas malas o satánicas en cualquier cosa, las vas a encontrar, pero dejemos
de ocuparnos demasiado en conocer “las armas del diablo” y hay que darle a nuestros niños las
armas de Dios, ejercitarlos en su manejo y ellos solos, con su propio razonamiento y la guianza del Espíritu Santo
sabrán elegir y seguir el camino que tú y yo hayamos sembrado en su corazón.
Este 2002 voy a ir a celebrar el cumpleaños de “E.T.”, me voy a comprar el más grande muñeco que salga de él
y lo colocaré como un pedazo de mi infancia que se fue entre las llamas, el personaje de una historia que hizo
millonario a Spielberg, y felices por un lapso de tiempo a tantos niños, Pablo ya no tiene al muñeco que
encendía su lucecita, no está en ninguna secta satánica como ninguno de los amigos que vimos la película,
todo eso es tan sólo un lapso de tiempo que vives y se va, que tienes que disfrutar; las verdaderas cosas eternas
que siguen guiando mi vida también se dieron en ese tiempo, y siguen igual o más fuertes en mi ser.
Yo no quiero ponerme en los zapatos de la prima Carmela, no quiero ser el santo inquisidor de la infancia o
adolescencia, y manipular las sensaciones de los que me leen para prohibirles “en nombre de Dios” el vivir un poco
de la vida.
Estoy seguro que en estos días ya has escuchado a esas primas, que vuelvan a resucitar el odio contra el
extraterrestre o contra algún otro personaje exitoso de los que simplemente forman piezas del rompecabezas que es
nuestra infancia y que insisten en desaparecerlas fracturando nuestra identidad.
Me gustaría seguir escribiendo más, pero ya casi son las 5 de la tarde y quedé con mis sobrinos y algunos chicos
de la iglesia para acompañarlos a ver la película de Harry Potter; sí, el aprendiz de brujo, y que tan de moda está,
no pude llevarlos el día del estreno porque andaba fuera de la ciudad en un congreso para adolescentes, y bueno,
sólo espero que a la salida del cine vendan de esos muñequitos porque quiero darles uno de regalo de navidad.
palafoxplanet@hotmail.com