DIECISIETE AÑOS

Posted on 17:01:00 by Paco Palafox

DIECISIETE AÑOS
Paco Palafox
1999



Eran las once y media de la noche, estaba llegando a mi desordenada habitación con un tremendo cansancio, habían sido tres largos días de enseñanzas, predicaciones y alabanzas en un congreso más de esos en los que siempre nos lanzan retos, claro, cansado pero con nuevo ánimo, pues a partir de ese próximo Lunes, estaba decidido a "impactar al mundo” y "ganarle la pelea al enemigo".

Apenas si tuve tiempo de comer algo antes de dormir, realmente estaba fatigado, ni siquiera me fui a cenar con los amigos al terminar la ultima predicación, quería que la mañana siguiente fuera un día especial, un renacer a mi vitalidad cristiana, sabía que era un instrumento escogido por Dios que iba llevar salvación a este mundo tan tristemente perdido. Mientras seguía hablando conmigo mismo, trataba de acomodar las sábanas revueltas que había dejado por la mañana para intentar darles forma y meterme en ellas, por fin estaba adentro, la luz apagada y sólo un pequeño reflejo del foco que venía de la calle era lo que bañaba de una tenue obscuridad toda mi recámara.

Aun no estaba bien dormido cuando repentinamente en la pared de enfrente, donde tengo colgados todos los distintivos de los congresos a los que he asistido, se empezó a dibujar algo que parecía ser la figura de un hombre, de pronto me asusté, ¿era un sueño o una broma de la imaginación?, pero sí, efectivamente, era una persona como de unos cuarenta años, tenía aspecto como de cansancio, sin embargo sonriente se dirigió a mi como queriendo platicar, la impresión de ver algo así, me asustó de pronto, sin embargo mientras lo veía caminar a mi, me dio confianza, no sentía opresión ni algo negativamente extraño, así que amigablemente me sonrió y empezó a hablar:

"A partir de mañana vas a comenzar una nueva vida amigo -me dijo-, una vida en la que has decidido servir a Dios de todo corazón, proclamar Su reino en esta tierra y las buenas nuevas de salvación, eso me da una gran alegría, hacen falta jóvenes que estén dispuestos a fortalecer una convicción como la que está naciendo en ti, esa misma convicción nació en mi hace algunos años atrás, y hoy que pude verte con ese fuego nuevo dentro de tu ser, algo me animo y me hizo venir a contarte mi historia, que comenzó la misma noche que tomé una decisión como la que tú tomaste hoy".


El hombre se sentó cómodamente en la silla que está junto a la mesa de la computadora y como buscando recuerdos en el techo, comenzó su historia:

"Faltaban doce días para cumplir los diecinueve años, terminaba la escuela y tenía que decidir que estudiar en la universidad, me interesaba estudiar leyes, quería llegar a ser un abogado reconocido y tal vez no iba a ser difícil, pues era el mejor de la clase; Llevaba tiempo de salir con una linda joven, Laura, esperando el momento de formalizar el noviazgo para llegar al matrimonio, los dos éramos cristianos, y aunque asistíamos a iglesias con diferente doctrina, nuestra esencia y convicción era la misma.

Todo estaba bien, sin embargo un día escuché una conferencia cristiana que realmente movió mi mundo interno, hablaba de la urgente necesidad de salvar a este mundo enfermo y en decadencia, de la falta de obreros cristianos comprometidos con el Señor y faltos de convicciones, de aquellos líderes que el mundo necesitaba, yo desde mi silla comencé a llorar internamente, mi corazón se dolió y un fuerte deseo de servir me impulsó a levantarme de mi asiento en cuanto el predicador lanzó el reto: "¿Quién ira delante de mi?, dice el Señor, Heme aquí", y esa fue la convicción que en el momento tan emocionante me hizo poner de pie, junto a mi se levantaron casi el cien por ciento de los asistentes, en su mayoría jóvenes de mi edad, algunos lloraban, otros sólo jugaban, pero en mi interior en ese momento hice un compromiso genuino y sincero con Dios.

Platiqué con algunos adultos de la iglesia y personas que trabajaban dentro del ministerio, buscaba respuestas y orientación a mi deseo de servir, nadie me dio una respuesta exacta, solamente consejos en general y la recomendación de que me pusiera en oración; el fuego dentro de mi corazón seguía vivo.

Después de intentar ordenar mis ideas y deseos, tomé la decisión de dejar la carrera universitaria y estudiar en un instituto bíblico fuera de mi país, lo que por consecuencia trajo el tener que olvidar la relación de amor que apenas estaba naciendo. Así, recién cumplidos los diecinueve, pasé cuatro años en el instituto bíblico, aprendiendo una disciplina que jamás pensé que existiera, pero me gustaba, día y noche fortalecía mi conocimiento bíblico, en algunas ocasiones, pero muy esporádicas, salíamos a evangelizar, eso me encantaba hacer, aunque nuestros maestros decían que teníamos que ir bien preparados, que esos momentos solo eran de práctica, como si fueran laboratorios los parques públicos y practicáramos simplemente nuestra retórica cristiana para convencer sin creer realmente que en ese momento vidas podrían encontrar respuestas a sus preguntas en Jesucristo.


Al terminar los cuatro años, me fui de misionero por dos años a unas comunidades indígenas que en realidad no me gustaba estar ahí, pero me decían que era parte del proceso de crecimiento en mi vida, pero mi corazón seguía en mi ciudad de origen, con mis amigos de la escuela, en las noches me preguntaba qué sería de sus vidas a casi seis años de no verlos, algunos ya habrían terminado su carrera universitaria, otros tal vez se habrían casado, intenté comunicarme con Laura, y me enteré que ya se había no sólo casado, sino divorciado, eso me dolió mucho.

Pasó el tiempo y tenía ya casi 27 años de edad, mi vida parecía diferente, hablaba diferente, conocía la Biblia de pies a cabeza, podía escribir sermones y predicaciones en cosa de minutos, regresé casa por unos días y me di cuenta que casi no conocía nada, digo, nada de lo que ahí había, todo parecía haber evolucionado en el tiempo de mi ausencia, tan extraño me sentía que no salí a la calle en ese tiempo, mi disciplina no la podía romper, me sentía culpable si no llevaba a cabo mi rutina, oración devocional y ayuno.

Laura se enteró de mi visita, intentó comunicarse conmigo y quería que nos viéramos, pero sinceramente preferí evadir ese encuentro, aunque en algún lugar profundo de mi ser lo deseaba intensamente, pero ahora ella era una mujer divorciada y no se vería bien que saliera con un hombre que estaba a punto de tomar cargo como co pastor en una iglesia al sur del país, en un pequeño poblado de gente marginada en su mayoría, así que en mi entender resistí a ese "viejo hombre" que había en mi y no tuve la cita con Laura.


Por fin llegué a ese poblado, la iglesia tendría unos 50 fieles, no era muy grande, pero había aprendido a que por uno solo que no se perdiera, valía la pena estar ahí. A veces me preguntaba, que hubiera pasado si hubiese salido con Laura otra vez, mi mente revivía los momentos en los que juntos soñábamos y planeábamos un futuro sirviendo al Señor, pero de una forma muy diferente a como lo estaba sirviendo yo en ese momento y en esa población, no me sentía seguro de que era lo que realmente me llenaba, si servir al Señor en esas circunstancias en las que me encontraba o en las circunstancias que mi mente me hacia ver, al lado de una chica que amaba.

Estuve co pastoreando por ocho años la iglesia, llegamos a ser 95 fieles, y cuando había alguna actividad especial lográbamos reunir a unos 120, a veces sentía que éramos pocas personas, mi sueño siempre había sido alcanzar multitudes, el evangelismo masivo en calles, el llegar a ser un abogado reconocido y lleno de Dios, reflejar en mi éxito profesional la verdad de Cristo, pero no, si estaba ahí, en ese pequeño poblado era por algún propósito, que aún no podía entender, pero Dios me lo mostraría.

“No es bueno que el hombre esté solo -me decía el pastor del lugar- mejores son dos que uno muchacho, y la mujer que el Señor te ha preparado debe estar aquí", "necesitas casarte para que un día ocupes el lugar que yo tengo o al lugar que el Señor te envíe, pero con una mujer que te apoye y esté sujeta a ti".

El pastor y yo éramos buenos amigos, sin embargo a veces pienso que nos faltó confianza, el nunca supo del amor que yo tenía por Laura y cada vez que me hablaba de unirme a alguien me recordaba más aún a Laura. Pero su insistencia y la falta de alguien especial que llenara ese espacio en mi vida, me hizo relacionarme sentimentalmente con una linda señorita, fue poco el tiempo que empezamos a salir cuando ella se empeñó en formalizar la boda, al principio trataba de evadir el tema del compromiso matrimonial, pero tampoco podía tener la imagen de un hombre que jugaba con los sentimientos de las chicas aprovechando su cargo en la iglesia así que sin darle muchas vueltas al asunto acepté el compromiso porque creí que en verdad era lo que Dios me tenía preparado, el pastor ya era anciano y alguien se tenía que quedar a cargo de la iglesia, pero un joven soltero nunca podía asumirlo, así que hicimos los preparativos, todo estaba listo y en los primeros días de Septiembre sería la boda.

Era el 6 de Agosto, y como el estallido de una bomba una noche me desperté asustado, en la oscuridad de mi recámara, a mis casi 36 años de edad por primera vez hice una reflexión real de lo que estaba ocurriendo a mi alrededor, ese fuego por las almas perdidas que había iniciado todo cuando tenía diecinueve años se había alojado en un lugar olvidado de mi corazón, tenía ya varios años trabajando en una iglesia, aconsejando gente, y ahora yo era el que necesitaba el mismo consejo que hace 17 años hubiera querido escuchar; mi vocación era esta, sí, el servir y llevar el evangelio a la gente, pero la forma de desarrollarla estaba equivocada, de joven soñaba con ganar almas y hoy solamente las estaba cuidando, y no es que esto no sea bueno, pero no era lo realmente mío, quería llevarle salvación a mis compañeros de escuela y hacia años que ni siquiera sabía de ellos, algunos tal vez eran alcohólicos, divorciados, muertos; la mujer que en verdad amaba no era con quien me iba a casar, sino aquella Laura con quien había dejado enterrados mis sueños, la misma que se había casado y divorciado por haber creído encontrar el amor que dejó en mi.

Habían pasado 17 años, viviendo en un mundo cristiano que me había hecho olvidar que hay un mundo afuera muy necesitado de obtener respuestas que a veces los cristianos guardamos para intercambiarlas con otros cristianos que tienen las mismas respuestas pero con diferentes interpretaciones.

Esa noche no dormí, al contrario, me desperté en todos los sentidos, pude entender que aunque había pasado el tiempo, aun tenía la oportunidad de realizar plenamente la vocación que tenía para servir a Dios, me hubiera gustado estudiar leyes, y llegando a ser un abogado reconocido, frente a tribunales llenos de gente que no conoce al Señor, testificar de Su salvación y Su perdón, pero tal vez ahora eso sería difícil.

Pensé en Laura, y mientras alguna lágrima corría en mi rostro, pude estar seguro que ella era la mujer que Dios tenía preparada para mi, no importaba lo que había pasado, pues no fue El quien hizo que pasara, fuimos nosotros mismos por tomar la decisión incorrecta, pero el tiempo enseña, y aunque la enseñanza fue difícil, en ese mismo instante entendí cual era mi misión en este planeta.


La mañana siguiente, sin perder más tiempo, hablé con el pastor, después de tantos años le mostré mis más profundos sentimientos y deseos, y mientras la platica se desarrollaba, dentro de mí sentía una liberación que nunca antes había sentido, el pastor me escuchaba y sus ojos se ponían vidriosos, como si estuviera sintiendo lo que yo sentía en esos momentos, al final sólo me dijo que estaba de acuerdo conmigo, pues el tenía la convicción de que no había sido yo solo quien estaba tomando la decisión de dejar ese lugar y regresar a buscar del pasado, mi futuro, sino que sabía que Dios mismo estaba apoyando esa decisión, después de decirme eso, me dio un fuerte abrazo y los dos soltamos un llanto contenido de tiempo atrás, no se cuanto pasamos abrazados llorando, pero fue como unir los sentimientos y descargar la más profunda tristeza, luego, al separarnos, me sonrió pidiéndome que fuera cuidadoso al darle la noticia de mi rompimiento a la que hasta ese momento era mi prometida, que no fuera a lastimarla demasiado, después me sonrió dándome un fraternal puñetazo en el hombro izquierdo, sonriendo aun con los ojos llorosos me pidió tenerlo al tanto de lo que hiciera, dijo que apoyaría mi ministerio en todo lo que pudiera y que agradecía a Dios el haberme conocido, nos estrechamos la mano y limpiándome los ojos salí de su casa.

No fue nada fácil hablar con la que supuestamente iba a ser mi esposa, durante todo el camino a su casa iba practicando en mi mente frases para decirle que no la fueran a lastimar, cuando ya tenía listo lo que iba a decir, al momento de estar con ella lo olvidé todo, la retórica para convencer que tantas veces usaba en mis sermones se había ido en ese momento, pero Dios puso en mi boca palabras que la ayudaron a entenderme, y aunque noté su dolor, fue muy valiente al no llorar, al contrario ella quiso hacer una oración por mi y por mi futuro, eso alivió lo que yo sentía, entendí que no era solamente el egoísmo de mi parte al negarme estar en ese lugar, sino que Dios en verdad estaba reacomodando las cosas para darme una nueva oportunidad de encontrar mi camino.

Salí de su casa con cierta expresión de culpabilidad aun, sin embargo, cuando ella cerró su puerta y yo caminaba para preparar mis maletas, brinqué de gusto sintiéndome libre, no sabía de que, pero libre.


De camino a mi vieja casa, en donde aun vivían mis padres, no dejaba de repasar en mi mente todo lo que habíamos deseado hacer por el Señor Laura y yo, no le avisé que iba, pero en mi corazón estaba claro que el reencuentro sería para unirnos eternamente.
Llegué a mi casa y respiraba un aire diferente, mi llegada sorprendió a todos, y más les sorprendió saber la decisión que había tomado, ahora con los ahorros que tenía me casaría y haría florecer y dar fruto aquella semilla que Dios había sembrado en mi corazón 17 años antes.

El reencuentro con Laura fue tan sorpresivo como sorpresivo fue sentir que estaba renaciendo a un mundo que había abandonado años atrás, como si hubiera estado secuestrado dentro de mi mismo. Mientras yo pasé esos años de rodillas pidiendo por la humanidad, la humanidad estaba no sólo de pie, sino caminando a un paso tan veloz que me sería muy difícil tomar, sin embargo podía escuchar esa voz interior que estaba conectada al cielo diciéndome: "no es tarde, lo vamos a alcanzar".

Ahora han pasado sólo unos meses desde ese regreso, estoy casado con Laura y muy feliz reencontrándome con antiguos amigos, viejas amistades con nuevas personalidades, escuchando sus problemas y dándoles opciones, estaba comenzando todo de nuevo...

Sin embargo, a lo que yo vine contigo esta noche, es solamente a decirte esto, a darte un consejo que me hubiese gustado escuchar a tu edad, y es que una decisión de servicio no solamente se debe tomar por un emocionalismo momentáneo, porque puedes perder años en vez de ganar almas, piensa centradamente cuál es la vocación que tienes, tus dones, tus habilidades y lo que más te gusta hacer, el llamado es el mismo para todos , "ir y llevar las buenas nuevas a la gente", pero la forma en que desarrolles tus dones y talentos especiales son los que van a lograr lo que Dios desea de ti, sintiéndote feliz de hacer lo que te gusta hacer, y no únicamente creyendo ser feliz haciendo lo que te digan que es lo que debes hacer, Dios no te va a obligar a hacer algo en lo que no estés contento por siempre, eso lo hemos hecho los hombres, tu simplemente deléitate en El y El concederá las peticiones de tu corazón.

No pretendas copiar como si fuera una receta lo que otros han hecho para hacer lo mismo con tu vida, cada uno de ellos ha decidido la forma en que se va a desarrollar su ministerio, y con esto no quiero decir que el tiempo que estuve allá fue malo, o dedicar la vida así sea malo, no, pero eso simplemente no era lo mío, así como para algunos es lo mejor ese estilo de vivir el evangelio, no era el mío, tal vez muchos como yo, aunque están sirviendo, sus corazones están en otro lado, pero muchos como tu que están en la línea que divide lo que es de lo que será en sus vidas tienen la oportunidad de razonar su fe, llegando a tomar la decisión que sobre todo esté en Su Voluntad y te de felicidad, si llegas a ser ministro, pastor evangelista o lo que quieras con un titulo de iglesia, puede ser tan fructífero, como aquel abogado, licenciado, escritor, periodista, deportista, ama de casa, electricista o lo que tus habilidades permitan, pero la esencia es lleva el evangelio sin pensar que solamente unos cuantos "estándares" de servicio, cada uno de nosotros de forma individual y tan personal como la huella de tu pulgar, es como Dios te va a usar siempre y cuando la principal comunión sea con El, aprende a escucharlo y a ser sincero con El, y de una u otra manera te hablará y te hará sentir que es lo mejor para ti, ...."

El hombre se levantó de la silla, mientras se levantaba sonriente, miré de pronto a la ventana de mi recámara, la oscuridad de la noche se desvanecía, los primeros rayos del sol se levantaban, regresé mi vista a la silla y el hombre ya no estaba, el reloj que duerme junto de mi, marcaba la hora de levantarme, en cosa de segundos comenzó a sonar la alarma, no sé porque la noche se me hizo tan corta, no sé exactamente que me quiso decir ese hombre, ese sueño, sin embargo, estaba listo para despertar, para levantarme y sobre todo sintiendo que después de tantas noches, por fin había descansado.